En este mundo material nadie quiere sufrimientos, pero éstos vienen. Vienen inesperadamente, como un incendio forestal que comienza sin que nadie encienda un fósforo. Nadie quiere guerra, pero estalla la guerra. Nadie quiere hambre, pero el hambre aparece. Nadie quiere pestes, pero aparecen. Nadie quiere pelear, pero hay peleas. Nadie quiere malentendidos, pero los hay. ¿Por qué? Es como un ardiente fuego del bosque. No puede ser extinguido mediante coches de bomberos. Este ardiente fuego de problemas no puede ser extinguido mediante nuestro supuesto adelanto de conocimiento. No. Eso no es posible. Así como no se puede extinguir un incendio forestal enviando un coche de bomberos o llevando un poco de agua, los problemas de nuestra vida no se pueden resolver mediante procesos materiales.
Hay muchos ejemplos de ello. Prahlāda Mahārāja dice: «Mi querido Señor, el padre y la madre no son en realidad los protectores de los hijos». El padre y la madre cuidan de sus hijos; ése es su deber. Pero ellos no son los protectores finales. Cuando la ley de la naturaleza llama al hijo, el padre y la madre no pueden protegerlo. Por lo tanto, si bien por lo general se considera un hecho que el padre y la madre son los protectores del hijo, en realidad eso no es cierto. Si alguien se encuentra navegando por el océano y piensa que tiene un asiento muy bueno, ¿lo protegerá eso? No. Aun así puede ahogarse. Un buen avión va volando por el cielo, todo el mundo está a salvo, pero repentinamente se estrella. Nada material puede protegernos. Supónganse que alguien está enfermo. Puede que acuda a un buen médico que le da una buena medicina, pero eso no garantizará que él vivirá. Entonces, ¿cuál es la garantía fundamental? Prahlāda Mahārāja dice: «Mi querido Señor, si Tú dejas de cuidar a alguien, nadie puede protegerlo».
Eso nos dice nuestra experiencia práctica. Podemos inventar muchísimos métodos para resolver los problemas que presentan las leyes de la naturaleza material, pero no son suficientes. Nunca resolverán todos los problemas ni nos proporcionarán verdadero alivio. Eso es lo cierto. Por lo tanto, Kṛṣṇa dice en la Bhagavad-gītā: «Māyā – esta energía externa – es muy, muy fuerte. Nadie puede superarla. Es prácticamente imposible». Entonces, ¿cómo podemos librarnos de esta naturaleza material? Kṛṣṇa dice: «Simplemente mediante la entrega a Mí puede alguien liberarse de la embestida de la naturaleza material». Eso es un hecho. Así que tenemos que limpiar el corazón para aprender cuál es nuestra relación con Dios.
En el Kaṭha Upaniṣad se declara: nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām. La Suprema y Absoluta Personalidad de Dios, la Verdad Absoluta, es eterna. Dios es eterno, y nosotros también somos eternos. Pero los Vedas indican que Él es la criatura viviente suprema. Él no está muerto. Si Él no vive, ¿cómo está funcionando este mundo? En la Bhagavad-gītā, Kṛṣṇa dice: «Las cosas están ocurriendo bajo Mi supervisión». En la Biblia también se dice: «Dios creó». Eso es un hecho. No piensen que una vez había una masa, y luego pasó esto, y luego lo otro. No. Los Vedas nos dicen los verdaderos hechos, pero tenemos que abrir nuestros ojos para ver. Ceto-darpaṇa-mārjanam. Ése es el proceso de limpiar nuestro corazón. Cuando limpiemos nuestro corazón, podremos entender entonces lo que Kṛṣṇa y los Vedas dicen. Necesitamos ser purificados. Si un hombre sufre de ictericia y le damos un pedazo de azúcar cande, él dirá que es muy amargo. Pero, ¿acaso el azúcar cande es amargo? No. Es muy dulce. Y la medicina para la ictericia es ese azúcar. La ciencia moderna prescribe eso, y también está prescrito en las Escrituras védicas. Así que, si ingerimos una gran cantidad de ese azúcar cande, nos libraremos entonces de la ictericia. Y cuando esa persona se alivia, entonces dice: «¡Oh!, es muy dulce». Así que la moderna ictericia de una civilización atea puede curarse mediante este canto de Hare Kṛṣṇa. Al comienzo puede que parezca amargo, pero cuando avancemos, veremos entonces cuán agradable es.
Tan pronto como uno entiende su identidad, su relación con Dios, inmediatamente se vuelve feliz. Estamos muy llenos de sufrimientos debido a que nos hemos identificado con el mundo material. Por eso estamos infelices. Las ansiedades y el temor se deben a nuestra errónea identificación con el mundo material. El otro día yo estaba explicando que aquel que se identifica con esta bolsa de huesos y piel es como un animal. Así que mediante el canto de Hare Kṛṣṇa este erróneo entendimiento se limpia. La limpieza del corazón significa que entenderemos que no pertenecemos a este mundo material. Ahaṁ brahmāsmi: yo soyalma espiritual. Mientras nos identifiquemos con Inglaterra, con la India o con América, eso es ignorancia. Hoy usted es inglés debido a que nació en Inglaterra, pero en su siguiente vida puede que no nazca en Inglaterra; puede que sea en China o en Rusia o en algún otro país. O puede que no reciba un cuerpo de forma humana. Hoy usted es un nacionalista, un gran seguidor de su país, pero mañana, si se queda en su país, puede que sea una vaca que es llevada al matadero.
Así que tenemos que conocer a fondo nuestra identidad. Caitanya Mahāprabhu dice que la verdadera identidad de toda criatura viviente es ser sirviente eterno de Dios. Si pensamos así – «Yo no soy sirviente de nadie más; mi deber es servir a Dios» – , entonces estamos liberados. Nuestro corazón se limpia de inmediato, y nos liberamos. Y después que hemos alcanzado eso, todas nuestras demás preocupaciones y ansiedades en este mundo cesan, debido a que sabemos: «Yo soy un sirviente de Dios. Dios me protegerá. ¿Por qué habría yo de preocuparme por algo?». Ocurre igual que con un niño. Un niño sabe que su madre y su padre cuidarán de él. Él está libre. Si él fuera a tocar fuego, su madre cuidaría de él: «¡Oh!, mi querido hijo, no lo toques». La madre está siempre velando por él. Así que, ¿por qué no depositar nuestra confianza en Dios? De hecho, nos encontramos bajo la protección de Dios.
La gente va a la iglesia y dice: «Dios, danos nuestro pan de cada día». En verdad, si Él no nos lo diera, no podríamos vivir. Eso es un hecho. Los Vedas también dicen que la Suprema Personalidad, la cual es única, suministra todas las cosas que necesitan todas las demás criaturas vivientes. Dios está suministrando comida a todo el mundo. Nosotros, los seres humanos, tenemos nuestros problemas económicos, pero ¿qué problema económico existe en las demás sociedades aparte de la sociedad humana? La sociedad de las aves no tiene ningún problema económico. Las fieras no tienen ningún problema económico. Existen 8.400.000 especies de vida, y de entre ellas, la sociedad humana es muy, muy pequeña. Así que ella ha creado los problemas: qué comer, dónde dormir, cómo aparearse y cómo defenderse. Estas cosas son un problema para nosotros, pero la mayoría de las criaturas – los seres acuáticos, los peces, las plantas, los insectos, las aves, las fieras, y los muchos millones de millones de otras criaturas vivientes – no tienen semejante problema. También son criaturas vivientes. No piensen que son diferentes de nosotros. No es verdad que nosotros los seres humanos somos las únicas criaturas vivientes, y que todas las demás están muertas. No. Y ¿quién les está proveyendo su comida y refugio? Dios. Las plantas y los animales no van a la oficina. No van a la universidad a recibir educación tecnológica para ganar dinero. Así pues, ¿cómo hacen para comer? Dios les está abasteciendo. El elefante come cientos de kilos de comida. ¿Quién la suministra? ¿Están ustedes ocupándose del elefante? Hay millones de elefantes. ¿Quién les abastece?
Así pues, el proceso de reconocer que Dios está abasteciendo es mejor que pensar: «Dios está muerto. ¿Por qué habríamos de ir a la iglesia y rezar a Dios pidiéndole pan?». En la Bhagavad-gītā se dice: «Cuatro clases de personas acuden a Kṛṣṇa: los afligidos, aquellos que necesitan dinero, los sabios y los curiosos». El que es curioso, el que es sabio, el que está afligido y el que necesita dinero: estas cuatro clases de hombres se acercan a Dios. «Mi querido Dios, tengo mucha hambre. Dame mi pan de cada día.» Eso está bien. Aquellos que acuden a Dios de esa manera son reconocidos como sukṛtinaḥ. Sukṛtī significa «piadoso». Ellos son piadosos. Si bien están pidiendo dinero o comida, se les considera piadosos debido a que acuden a Dios. Y otras personas son justamente lo opuesto. Son duṣkrtinaḥ, impíos. Kṛtī significa «muy meritorio», pero la palabra duṣkṛtī indica que su energía está siendo mal empleada: la usan para hacer estragos. Tal como en el caso del hombre que inventó las armas atómicas. Él tiene un cerebro, pero ha sido mal empleado. Él ha creado algo espantoso. Cread algo que asegure que el hombre no tenga que morir ya más. ¿De qué sirve crear algo con lo cual millones de personas mueran de inmediato? Ellas morirán hoy o mañana, o dentro de cien años. Entonces, ¿qué han hecho los científicos? Cread algo de manera que el hombre no muera de inmediato, de manera que no haya más enfermedades, de manera que no haya más vejez. Entonces habréis hecho algo. Pero los duṣkṛtinas nunca van a Dios. Ellos nunca tratan de entender a Dios. Por lo tanto, su energía está mal dirigida.
La Ciencia de la Autorrealización. – Conociendo el Propósito de la Vida.

Por Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda
Fundador y Actual Ācārya (maestro espiritual iniciador) del movimiento Hare Krishna
“Si me marcho, no hay causa de lamentación. Siempre estaré con ustedes a través de mis libros y mis ordenes. Siempre permaneceré con ustedes de esa forma.”
(Mayo 5, 1977)
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