Krishna y la vendedora de frutas

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Un día, una vendedora de frutas llegó ante la casa de Nanda Mahārāja. Al oír gritar a la vendedora: «Si alguien desea frutas, que venga, por favor, y que las tome de aquí», el niño Kṛṣṇa inmediatamente tomó algunos granos en Sus manos y se fue a cambiarlos por frutas. En esos días el comercio se efectuaba por medio del trueque; por lo tanto, Kṛṣṇa puede que haya visto a Sus padres trocar granos por frutas y otras cosas, y así, los imitó. Mas, las palmas de Sus manos eran muy pequeñas, y Él no se cuidaba de cerrarlas bien, por lo que los granos se le fueron cayendo. La vendedora que fue a vender frutas vio esto, y quedó muy cautivada por la belleza del Señor, por lo cual inmediatamente aceptó los pocos granos que aún quedaban en Su puño, y le llenó las manos de frutas. Entre tanto, la vendedora vio que toda la cesta de frutas se había llenado de joyas. El Señor es el otorgador de toda bendición. Si alguien le da algo al Señor, no pierde nada, sino que más bien gana millones de veces más que lo que dio.

Un día, el Señor Kṛṣṇa, el liberador de los árboles gemelos arjuna jugaba con Balarāma y los demás niños a orillas del Yamunā, y a causa de que ya era muy entrada la mañana, Rohiṇī, la madre de Balarāma, fue a llamarlos para que regresaran a casa. Pero Balarāma y Kṛṣṇa estaban tan absortos jugando con Sus amigos, que no deseaban regresar; simplemente se dedicaban a jugar más y más. Cuando Rohiṇī fue incapaz de traerlos de vuelta a la casa, regresó y envió a madre Yaśodā a llamarlos de nuevo. Madre Yaśodā tenía tanto afecto por su hijo, que tan pronto como salió a llamarlo para que regresara a la casa, sus pechos se llenaron de leche. Ella gritó fuertemente: «Mi querido niño, por favor, vuelve a casa. Ya se Te pasó la hora del almuerzo». Luego dijo: «Mi querido Kṛṣṇa, ¡oh, mi querido niño de los ojos de loto!‚ por favor, ven y mama de mi pecho. Ya has jugado bastante y debes tener mucha hambre, mi querido pequeñín. Debes estar cansado de haber jugado durante tanto tiempo». Ella también se dirigió a Balarāma de la siguiente manera: «Querido mío, gloria de Tu familia, por favor regresa a casa inmediatamente con Tu hermano menor, Kṛṣṇa. Desde la mañana has estado jugando, así pues, debes de estar muy cansado. Por favor, vuelve y toma Tu almuerzo en casa. Tu padre Nandarāja Te espera; él tiene que comer, así que tienes que regresar para que él pueda hacerlo».

En cuanto Kṛṣṇa y Balarāma oyeron que Nanda Mahārāja les esperaba y que no podía tomar su comida en ausencia de Ellos, partieron de regreso. Pero Sus otros compañeros se quejaron: «Kṛṣṇa nos deja justamente cuando el juego está en lo mejor. La próxima vez no le permitiremos irse».

Sus compañeros lo amenazaron entonces con no volverlo a dejar jugar con ellos. Kṛṣṇa se puso muy temeroso, y, en lugar de volver a Su hogar, regresó a jugar otra vez con los niños. Entonces, madre Yaśodā reprendió a los niños y le dijo a Kṛṣṇa: «Mi querido Kṛṣṇa, ¿crees que eres un niño callejero? ¿Crees que no tienes casa? Por favor, regresa a Tu hogar. Veo que Tu cuerpo se ha ensuciado mucho por haber estado jugando desde muy de mañana. Ahora, regresa a casa a bañarte. Además, hoy es la ceremonia de Tu cumpleaños; por ello, debes regresar a casa y dar vacas como caridad a los brāhmaṇas. ¿No ves cómo Tus compañeros fueron adornados con ornamentos por sus madres? Tú también deberías estar limpio y adornado con ornamentos y ropas hermosas. Por consiguiente, por favor regresa, báñate y vístete bien, y luego puedes continuar jugando».

En esa forma, madre Yaśodā llamó de regreso a Kṛṣṇa y a Balarāma, a quienes adoran los grandes semidioses como el Señor Brahmā y el Señor Śiva. Ella pensaba en Ellos como hijos suyos.

Cuando los hijos de madre Yaśodā —Kṛṣṇa y Balarāma— llegaron a casa, ella los bañó muy esmeradamente y los atavió con ornamentos. Luego, llamó a los brāhmaṇas, y por medio de Sus hijos les dio muchas vacas como caridad con ocasión del cumpleaños de Kṛṣṇa. De esa manera, ella llevó a cabo en su hogar la ceremonia de cumpleaños de Kṛṣṇa.

Después de este acontecimiento, todos los pastores de vacas de mayor edad se reunieron, y Nanda Mahārāja los presidió. Ellos comenzaron a consultar entre sí sobre cómo parar los grandes disturbios causados por los demonios en el Mahāvana. En esta reunión estaba presente Upananda, el hermano de Nanda Mahārāja. A él se le consideraba erudito y experimentado, y era un bienqueriente de Kṛṣṇa y Balarāma. Él era un líder y comenzó a hablarle a la asamblea de la siguiente manera: «¡Queridos amigos míos!, ahora ya debemos irnos de aquí para otro lado, pues continuamente observamos que grandes demonios vienen aquí a perturbar la tranquilidad del lugar, y especialmente están intentando matar a los niños pequeños. Tan solo consideren el incidente de Pūtanā y Kṛṣṇa. Fue solamente por la gracia del Señor Hari que Kṛṣṇa se salvó de las manos de una bruja tan grande. Después, el demonio-torbellino se llevó a Kṛṣṇa hasta el cielo, mas, por la gracia del Señor Hari, Él se salvó, y el demonio cayó sobre un bloque de piedra y murió. Muy recientemente este niño estaba jugando en medio de los árboles, y los árboles cayeron violentamente, y aún así no lastimaron al niño. Así pues, el Señor Hari lo salvó de nuevo. ¡Imagínense la calamidad que hubiera ocurrido si este niño, o cualquier otro niño que hubiera estado jugando con Él, hubiese sido aplastado por los árboles que cayeron! Considerando todos estos incidentes, debemos concluir que este lugar ya no es seguro. Abandonémoslo. Todos hemos sido salvados de las diferentes calamidades por la gracia del Señor Hari. Ahora, debemos ser precavidos y abandonar este lugar, e ir a residir en alguna otra parte donde podamos vivir pacíficamente. Yo creo que debemos ir al bosque conocido como Vṛndāvana, en donde precisamente ahora hay plantas y hierbas recién crecidas. Es muy apropiado como campo de pastoreo para nuestras vacas; y allí podremos vivir muy pacíficamente nosotros y nuestras familias, es decir, las gopīs con sus hijos. Cerca de Vṛndāvana está la colina Govardhana, que es muy hermosa, y en ella hay pasto recién crecido y forraje para los animales; así que no habrá ninguna dificultad en vivir ahí. Por lo tanto, yo sugiero que partamos enseguida para aquel hermoso paraje, ya que no hay ninguna necesidad de perder más tiempo. Preparemos todas nuestras carretas inmediatamente y, si gustan, vayámonos llevando todas las vacas delante».

El Libro de Krishna – Capítulo 11, La muerte de los demonios Vatsāsura  y Bakāsura

Kṛṣṇa Kiśora dāsa

En cada pueblo y aldea, al servicio de mi maestro espiritual Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda

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