El sirviente que desea beneficios materiales de su amo no es un devoto puro.

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A veces vemos personas que acuden a un devoto o a un templo del Señor en busca de beneficios materiales. En este verso, a esas personas se las califica de comerciantes. El Bhagavad-gītā habla de ārto jijñāsur arthārthī. La palabra ārta se refiere a una persona con padecimientos físicos, y arthārthī es el que necesita dinero. Esas personas se ven obligadas a acudir a la Suprema Personalidad de Dios para aliviar sus sufrimientos o conseguir algo de dinero mediante la bendición del Señor. En el Bhagavad-gītā se las califica de sukṛtī, personas piadosas, ya que, en su estado de sufrimiento o de necesidad económica, han acudido al Señor Supremo. Solo la persona que es piadosa puede acudir a la Suprema Personalidad de Dios para recibir algún beneficio material; sin embargo, aquel cuyo interés es obtener beneficios materiales no puede ser un devoto puro. Las opulencias materiales que el devoto puro pueda recibir no se deben a sus actividades piadosas, sino que son para el servicio del Señor. Quien se ocupa en servicio devocional es, de modo natural, piadoso. El devoto puro es anyābhilāṣitā-śūnyam. No desea ganancias materiales; además, el Señor tampoco le induce a obtener esa clase de beneficios materiales. Cuando un devoto necesita algo, la Suprema Personalidad de Dios se lo da (yoga-kṣemaṁ vahāmy aham).

 

A veces los materialistas van a un templo a ofrecer flores y frutas al Señor, porque han aprendido en el Bhagavad-gītā que el Señor acepta las flores y las frutas que el devoto Le ofrece. En el Bhagavad-gītā (9.26), el Señor explica:

patraṁ puṣpaṁ phalaṁ toyaṁ

yo me bhaktyā prayacchati

tad ahaṁ bhakty-upahṛtam

aśnāmi prayatātmanaḥ

«Si alguien Me ofrece con amor y devoción una hoja, una flor, fruta o agua, Yo lo aceptaré». De este modo, la persona de mentalidad mercantil piensa que es buen negocio ofrecer un poco de fruta y agua, si, por ese simple gesto, puede obtener algún beneficio material, como una cantidad sustancial de dinero. A esas personas no se las considera devotos puros. Como sus deseos no están purificados, siguen siendo comerciantes, aunque vayan a los templos para que todo el mundo diga que son devotos. Sarvopādhi-vinirmuktaṁ tat-paratvena nirmalam: Solo el que está completamente libre de deseos materiales puede purificarse, y solo en ese estado purificado se puede ofrecer servicio al Señor. Hṛṣīkena hṛṣīkeśa-sevanaṁ bhaktir ucyate. Ese es el nivel de la devoción pura.

 

Como se afirma en el Bhagavad-gītā (7.20): kāmais tais tair hṛta-jñānāḥ prapadyante ‘nya-devatāḥ: «Aquellos a quienes los deseos materiales les han robado la inteligencia se entregan a los semidioses». Un semidiós no puede ser el amo, pues el verdadero amo es la Suprema Personalidad de Dios. Los semidioses, para mantener sus prestigiosas posiciones, conceden a sus adoradores todas las bendiciones que puedan desear. Una vez, por ejemplo, sucedió que un asura obtuvo del Señor Śiva una bendición gracias a la cual podía matar a cualquier persona con simplemente tocarle la cabeza con las manos. Los semidioses pueden conceder esa clase de bendiciones; sin embargo, el Señor, la Suprema Personalidad de Dios, nunca ofrecerá esas desastrosas bendiciones a quien Le adore. Por el contrario, en el Śrīmad-Bhāgavatam(10.88.8), se dice: yasyāham anugṛhnāmi hariṣye tad-dhanaṁ śanaiḥ: Si alguien es demasiado materialista, pero al mismo tiempo quiere ser un sirviente del Señor Supremo, el Señor, llevado de la compasión suprema que siente por el devoto, le quita todas sus opulencias materiales y le obliga a ser un devoto puro. Prahlāda Mahārāja distingue entre el devoto puro y el amo puro. El Señor es el amo puro, el amo supremo, mientras que el devoto puro, que no tiene motivos materiales, es el sirviente puro. El que tiene motivaciones materialistas no puede ser sirviente, y el que concede bendiciones injustificadas a su sirviente para mantenerse en una posición de prestigio no es un verdadero amo.

 

Śrī Caitanya Mahāprabhu dijo: jīvera `svarūpa’ haya—kṛṣṇera `nitya-dāsa’: Todo ser vivo es un sirviente eterno de Kṛṣṇa, el Señor Supremo. El Señor Kṛṣṇa dice en el Bhagavad-gītā (5.29): bhoktāraṁ yajña-tapasāṁ sarva-loka-maheśvaram: «Yo soy el propietario de todos los planetas, y el disfrutador supremo». Esa es la posición natural del Señor, y la posición natural del ser vivo es entregarse a Él (sarva-dharmān parityajya mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja). Si esa relación se mantiene, amo y sirviente experimentan eternamente la verdadera felicidad. Por desgracia, cuando esa relación eterna se interrumpe, la entidad viviente quiere ser feliz por separado, y piensa que el amo es su criado. De ese modo la felicidad es imposible. Tampoco el amo debe subordinarse a los deseos del sirviente. Si lo hace, no es un verdadero amo. El verdadero amo ordena: «Haz esto», y el verdadero sirviente obedece la orden de inmediato. Si no se establece esa relación entre el Señor Supremo y la entidad viviente subordinada, no puede haber verdadera felicidad. La entidad viviente es āśraya, siempre subordinada, y la Suprema Personalidad de Dios es viṣaya, el destino supremo, el objetivo de la vida. Esto no lo saben los desdichados que están atrapados en el mundo material. Na te viduḥ svārtha-gatiṁ hi viṣṇum: Bajo la ilusión de la energía material, en el mundo material nadie es consciente de que el único objetivo de la vida es refugiarse en el Señor Viṣṇu.

ārādhanānāṁ sarveṣāṁ

viṣṇor ārādhanaṁ param

tasmāt parataraṁ devi

tadīyānāṁ samarcanam

En el Padma Purāṇa, el Señor Śiva explica a su esposa, Pārvatī, la diosa Durgā, que el objetivo supremo de la vida es satisfacer al Señor Viṣṇu, quien solo Se siente satisfecho cuando se satisface a Su sirviente. Por ello, Śrī Caitanya Mahāprabhu enseña: gopī-bhartuḥ pada-kamalayor dāsa-dāsānudāsaḥ. Es necesario llegar a ser un sirviente del sirviente. Prahlāda Mahārāja también rogó al Señor Nṛsiṁhadeva que le permitiera ocuparse como sirviente del sirviente del Señor. Ese es el método prescrito de servicio devocional. Tan pronto como el devoto desea que la Suprema Personalidad de Dios sea su criado, el Señor inmediatamente Se niega a ser amo de ese devoto motivado. En el Bhagavad-gītā (4.11), el Señor dice: ye yathā māṁ prapadyante tāṁs tathaiva bhajāmy aham: «En la medida en que se entrega a Mí, Yo le recompenso». Por lo general, las personas materialistas se sienten atraídas a las ganancias materiales. Mientras continúen en esa posición impura, no recibirán el beneficio de regresar al hogar, de vuelta a Dios.

Śrīmad-Bhāgavatam 7.10.4-6 – Significado

Por Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda

Fundador y Actual Ācārya (maestro espiritual iniciador) del movimiento Hare Krishna
“Si me marcho, no hay causa de lamentación. Siempre estaré con ustedes a través de mis libros y mis ordenes. Siempre permaneceré con ustedes de esa forma.”

(Mayo 5, 1977)

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Abre mis ojos enceguecidos y llena mi corazón de conocimiento trascendental.

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