La contaminación causada por una actividad pecaminosa requiere una expiación proporcional. Esa es la prescripción de las Escrituras. Śukadeva Gosvāmī dice que si uno acepta la expiación antes de morir, en su siguiente vida no caerá. Si no la expía, llevará consigo las reacciones resultantes de sus actividades pecaminosas y tendrá que sufrir. Según la ley, si un hombre mata a alguien, él mismo debe ser asesinado. La idea de una vida por otra vida no es un concepto muy nuevo, pero se puede encontrar en el samhitā el libro de leyes védico para la humanidad, donde se afirma que cuando un rey cuelga al asesino, éste se beneficia de hecho, pues si no lo matan, llevará consigo la reacción de su asesinato y tendrá que sufrir de muchas maneras.Las leyes de la naturaleza son muy sutiles y se aplican con mucha diligencia, aunque la gente no lo sepa. En la Manu-samhitā se sanciona el concepto de una vida por otra, y de hecho se observa en todo el mundo. De manera similar, hay otras leyes que establecen que ni siquiera se puede matar a una hormiga sin ser responsable. Como no podemos crear, no tenemos derecho a matar a ninguna entidad viviente, y, por lo tanto, las leyes creadas por el hombre que distinguen entre matar a un hombre y matar a un animal son imperfectas. Aunque las leyes creadas por el hombre tienen imperfecciones, no puede haber defectos en las leyes de Dios. Según las leyes de Dios, matar a un animal es tan punible como matar a un hombre. Aquellos que establecen distinciones entre los dos están inventando sus propias leyes. Incluso en los Diez Mandamientos se prescribe: “No matarás”. Esta es una ley perfecta, pero los hombres la distorsionan al discriminar y especular. “No mataré a ningún hombre, pero sí a los animales”. De esa manera, las personas se engañan a sí mismas y se infligen sufrimiento a sí mismas y a los demás. Pero en cualquier caso, las leyes de Dios no excusarán tal comportamiento.
Todos somos criaturas de Dios, aunque tengamos cuerpos o vestidos diferentes. A Dios se lo considera el único padre supremo. Un padre puede tener muchos hijos, y algunos pueden ser inteligentes y otros no tanto, pero si un hijo inteligente le dice a su padre: “Mi hermano no es muy inteligente; déjame matarlo”, ¿el padre estará de acuerdo? El padre nunca estará de acuerdo simplemente porque un hijo no es muy inteligente y el otro desea matarlo para evitar la carga. De la misma manera, si Dios es el padre supremo, ¿por qué debería aprobar la matanza de animales que también son Sus hijos? En el Bhāgavad-gita Dios le declara a Arjuna:
“Yo soy el padre que da la semilla de todos ellos”, dice el Señor. Así como en la procreación material ordinaria el padre da la semilla y la madre desarrolla el cuerpo al suministrarle la sangre necesaria al embrión, de la misma manera, las entidades vivientes, partes integrales del padre supremo, son fecundadas por el Señor en la naturaleza material.La dimensión del alma espiritual es muy diminuta y las Escrituras la expresan como
keśāgra , la diezmilésima parte de la punta de un cabello. Apenas podemos imaginarnos un punto diminuto dividido en miles de partes. En otras palabras, es tan diminuto que ni siquiera puede percibirse con el microscopio más potente. Así pues, la dimensión de la chispa espiritual es tan diminuta que resulta invisible a la visión mundana. Toda esta información se da en las Escrituras, pero como no tenemos la visión adecuada, no podemos ver. Aunque nuestros ojos materiales no pueden percibir la dimensión del alma, ésta se encuentra, no obstante, dentro del cuerpo, y tan pronto como parte, toma otro cuerpo conforme a su trabajo.
Siempre debemos tener presente que detrás de todas estas actividades hay una supervisión superior. La entidad viviente trabaja en el mundo material tal como el oficinista trabaja en su trabajo, y se lleva un registro de sus servicios. La entidad viviente no sabe cuál es la opinión de su superior, pero aun así su registro de servicios se lleva en la oficina, y según sus actividades se le otorga un ascenso o un aumento de sueldo, o a veces puede que se la degrade o incluso se la despida. De manera similar, para todas nuestras actividades hay testigos; por lo tanto, en las Escrituras se dice que las entidades vivientes están bajo una supervisión superior y que son recompensadas y castigadas de acuerdo con su trabajo. Ahora tenemos cuerpos humanos, pero en la siguiente vida puede que no los tengamos; puede que tengamos algo diferente, mejor o inferior. El tipo de cuerpo lo deciden los superiores de la entidad viviente. Por lo general, la entidad viviente no conoce la ciencia de cómo el alma espiritual transmigra de un cuerpo a otro.El alma espiritual transmigra incluso durante la duración de una vida, a medida que el cuerpo cambia. Cuando el cuerpo se manifiesta por primera vez en el vientre de la madre, es muy pequeño, como un guisante, y gradualmente desarrolla nueve agujeros: dos ojos, dos orejas, dos fosas nasales, una boca, un genital y un recto. De esta manera, el cuerpo se desarrolla, y mientras necesita desarrollarse dentro del vientre de la madre, permanece allí. Cuando está lo suficientemente desarrollado como para salir al exterior, sale y crece. El crecimiento implica un cambio de cuerpo. Este cambio no se puede entender porque es imperceptible para la entidad viviente. En la infancia teníamos cuerpos pequeños que ahora ya no existen; por lo tanto, se puede decir que hemos cambiado de cuerpo. De manera similar, debido a la naturaleza de las cosas materiales, tenemos que cambiar este cuerpo cuando deja de funcionar. Todas las cosas materiales se deterioran, y como una máquina rota o un trozo de tela vieja, el cuerpo se vuelve inútil después de un cierto período de tiempo.
Aunque este proceso de crecimiento está siempre en marcha, el sistema educativo de las universidades modernas, aunque se considera avanzado, desafortunadamente no se ocupa de ello. En realidad, no hay educación sin conocimiento espiritual. Uno puede aprender a ganarse el pan, comer, dormir y aparearse sin una educación formal. Los animales no reciben educación —no son técnicos ni tienen títulos universitarios—, pero también comen, duermen, se aparean y se defienden. Si el sistema educativo simplemente enseña estos procesos, no merece el nombre de educación. La verdadera educación nos permite comprender lo que somos. Mientras el hombre no desarrolle su conciencia mediante la comprensión de la verdad del ser, todas sus acciones se realizarán en la modalidad de la ignorancia. La vida humana está destinada a la victoria sobre las leyes de la naturaleza material. En realidad, todos estamos tratando de alcanzar esa victoria para contrarrestar el ataque de la naturaleza material. La victoria final es conquistar el nacimiento, la muerte, la enfermedad y la vejez, pero hemos descuidado este importante punto.
Si el sistema educativo se ocupara de la utilización adecuada de lo que Dios nos proporciona, mejoraría. Todas las frutas y los granos que comemos nos los da Dios, quien proporciona alimento a todas las entidades vivientes. En el Śrīmad- Bhāgavatam se afirma: jīvo jīvasya jīvanam : “Una entidad viviente es alimento para otra” ( Bhāg. 1.13.47 ). Los animales sin manos son alimento para los animales con manos, como nosotros. Los animales sin piernas son alimento para los animales con cuatro piernas. La hierba es una entidad viviente, pero no tiene piernas con las que moverse, y por eso la comen las vacas y otros animales. Esas entidades inmóviles son alimento para los animales que se mueven, y de esa manera el mundo está en una lucha constante entre explotadores y explotados. El más débil es explotado por el más fuerte; esa es la ley de la naturaleza. Tradicionalmente, los vaiṣṇavas, o devotos de Kṛṣṇa , no comen carne. Esto no es sólo por el bien del vegetarianismo, sino para fomentar la conciencia de Dios. Para volverse consciente de Dios, uno debe seguir algunas reglas y regulaciones. Por supuesto que uno tiene que comer, pero la propuesta es que uno debe comer remanentes de alimentos que se le ofrecen a Kṛṣṇa.
Libro,La conciencia de Krishna cap.3
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Por Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda
Fundador y Actual Ācārya (maestro espiritual iniciador) del movimiento Hare Krishna
“Si me marcho, no hay causa de lamentación. Siempre estaré con ustedes a través de mis libros y mis ordenes. Siempre permaneceré con ustedes de esa forma.”
(Mayo 5, 1977)
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