Todo el mundo tiene que trabajar

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Nitai: «En esta vida, cualquier persona en la medida proporcional de las variedades de trabajo, ya sea religiosa o irreligiosa, ya que se realicen en la otra vida también, la misma persona en el mismo grado, la misma variedad, la acción resultante de su karma debe disfrutar o sufrir.»
Prabhupāda:

yena yāvān yathādharmo
dharmo veha samīhitaḥ
sa eva tat-phalaṁ bhuṅkte
tathā tāvad amutra vai
(SB 6.1.45)

Así que en el verso anterior hemos discutido, dehavān na hy akarma-kṛt. Cualquier persona que ha conseguido este cuerpo material, tiene que trabajar. Todo el mundo tiene que trabajar. En el cuerpo espiritual también hay que trabajar. En el cuerpo material también hay que trabajar. Debido a que el principio de trabajo es el alma – el alma es la fuerza viviente – así uno está ocupado. Un cuerpo vivo significa que hay movimiento. Hay trabajo. No se puede quedarse de brazos cruzados. En el Bhagavad-gītā se dice, «Ni siquiera por un momento uno puede estar inactivo.» Ese es el síntoma de ser viviente. Así que este trabajo va de acuerdo con el cuerpo en particular. El perro también está corriendo, y un hombre también está corriendo. Pero el hombre piensa que es mucho mas civilizado porque está manejando un automóvil. Ambos están corriendo, pero el hombre tiene un determinado tipo de cuerpo por el cual puede preparar un vehículo o una bicicleta, y puede andar sobre ellos. Él está pensando que «estoy corriendo con mayor velocidad que el perro, por lo tanto soy civilizado. Esta es la mentalidad moderna. Él no sabe cual es la diferencia entre correr a cincuenta millas de velocidad o cinco millas de velocidad o cinco mil millas de velocidad o cinco millones de millas de velocidad. El espacio es ilimitado. Sea cual sea la velocidad a descubrir, todavía será insuficiente.
Todavía será insuficiente. Así que esto no es vida, que «Porque yo puedo correr con más velocidad que el perro, por lo tanto soy civilizado.»

panthās tu koṭi-śata-vatsara-sampragamyo
vāyor athāpi manaso muni-puṅgavānāṁ
so ‘py asti yat-prapada-sīmny avicintya-tattve
govindam ādi-puruṣaṁ tam ahaṁ bhajāmi
(Bs. 5.34)

Nuestra velocidad… ¿para qué velocidad? Porque queremos ir a un determinado destino, esa es su velocidad. Así que el destino real es Govinda, Viṣṇu. Y na te viduḥ svārtha-gatiṁ hi viṣṇu. Ellos corren a diferentes velocidades, pero no saben cual es el destino. Nuestro único gran poeta en nuestro país, Rabindranath Tagore, escribió un artículo – lo leí – cuando estaba en Londres. Así que, en tu país, los países occidentales, los automóviles y los… conducen a alta velocidad. Así Rabindranath Tagore, fue un poeta. Pensó: «Este país Inglés es tan pequeño, y viajan a tal velocidad que caerán al océano.» Lo señaló de esta manera. ¿Por qué van tan rápido? Del mismo modo, vamos tan rápido para ir al infierno. Esta es nuestra posición, porque no sabemos nuestro destino. Si no sé cual es el destino y trato de conducir mi coche a toda velocidad, entonces, ¿cuál será el resultado? El resultado será catastrófico. Necesitamos saber por qué corremos. Así como el río que fluye con una gran corriente, grandes olas, pero el destino es el mar. Cuando el río se encuentra con el mar, entonces se alcanza el destino. Del mismo modo, necesitamos conocer el destino. El destino es Viṣṇu, Dios. Somos partes integrales de Dios. Somos… De una forma u otra, hemos caído en este mundo material. Por lo tanto, el propósito de nuestra vida es volver a casa, de vuelta a Dios. Ese es nuestro destino. No hay otro destino. Así que nuestro movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa enseña que «Encuentra el propósito de tu vida» ¿Y cuál es el propósito de la vida? «Regresar a casa, de vuelta a Dios. Vas en esa dirección, para el lado contrario, el infierno. Este no es tu destino. Ve por esta senda, de vuelta a Dios.» Esta es nuestra propaganda.

A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda
Lectura SB 6.1.45 — Laguna Beach, Julio 26, 1975

 

Kṛṣṇa Kiśora dāsa

En cada pueblo y aldea, al servicio de mi maestro espiritual Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda

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